Parque Nacional de Timanfaya
Para los más pequeños de la casa, Lanzarote puede ser lo más parecido a los paisajes lunares (también para los adultos). Y es que el origen volcánico de la isla suele dejar impresionados a los visitantes.
En el Parque Nacional de Timanfaya se aprecia claramente cómo las erupciones volcánicas sucedidas entre 1720-1736 y en 1824, formaron la isla. Aquí se encuentran las Montañas de fuego, que están formadas por arena rojiza, y son uno de los mayores atractivos de la isla. El Parque se visita en un autobús turístico, que va parando en algunas zonas para sacar fotografías y explicar más detenidamente, lo que lo hace menos pesado para los niños.
La Cueva de los verdes es otra de las visitas con la misma temática. Se trata de un sistema de cuevas que se formó hace miles de años por la actividad volcánica, que formó un laberinto de galerías. Durante el recorrido podréis apreciar las formas que dejó la lava al enfriarse, hay estalactitas formadas por ella en todo el recorrido, incluso marcas que indican los niveles del paso del río de fuego. A los niños les encantará.
Y para acabar, se puede realizar una visita a los Jameos del Agua. Niños y mayores se asombran con esta creación de César Manrique, cuyas arquitecturas, siempre cuidadosas con el medio ambiente, se integran en la naturaleza de un modo magistral. En el caso de los Jameos, jugó con la idea de un viaje al centro de la tierra, algo que seguro que va a fascinar a los más pequeños de la casa. Debe su nombre a la existencia de un lago interior que constituye una formación geológica singular, y en él habitan cangrejos ciegos. Lo constituyen tres jameos, es decir aberturas del terreno: el “Jameo Chico”, por donde se entra, el “Jameo Grande” y el “Jameo Redondo”.